Las noches en blanco


Una de las noches más calurosas del verano. La ventana abierta, cualquier prenda no hace sino estorbar y al otro lado del patio se oyen acompasados y profesionales los ronquidos del vecino, doctorando en musicologia. Las sábanas blancas, siempre frescas y suaves ahora se humedecen de sudor. La mañana se hace desear pues al menos entonces el aire se percibirá más fresco y la ducha calmará la sensación densa de sofoco.
La mente viaja a lugares y a personas, a recuerdos... y nunca duerme;  pero en la vigilia, obsesiva repasa una y otra vez, comprueba y martiriza, da vueltas a lo mismo y acaba agotando mis defensas. Añoro la mañana, el espíritu fresco, la esperanza de un día lleno de cosas por ser; incluso los pequeños gestos cotidianos que dan seguridad a una vida insegura por designio, pues aún en hermético encierro la vida no es propiedad privada, es de usufructo temporal y requiere maestría, habilidades de experto. Pero los pequeños gestos repetidos parecen querer atrapar lo inalcanzable; una seguridad de quimera,  una vida sin fisuras. Así, en esta noche de verano añoro la fresca primavera y en invierno la canícula. Pero la bendición del cambio no tiene competencia; queramos o no, tan sólo éste permanece.

Comentarios

  1. Molt maco! però massa profunditat en poques paraules. No em malinterpretis, es que m'hagués agradat que fos mes llarg... Crec que t'han quedat mes coses per dir.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gràcies Lisa per el teu suport. Tens raò que tendeixo massa a la síntesi. M'encanta que feu comentaris!

      Eliminar

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario.

Entradas populares