El batería


Suena Monolo García en el taxi, de fondo; atraviesa la ciudad suavemente y por unos minutos todo queda afuera y este refugio le resulta reconfortante. Es sorprendente que la música pueda resultar un silencio; es un descanso entre reuniones, el desplazamiento se convierte  en objetivo, un lugar al que ir. Se quedaría aquí en estas notas como gotas de rocío, en esta voz llena de cadencias, de Mediterráneo. Una batería marca el ritmo vital de éste momento y como elixir de nigromante transforma el cansancio en despertar y se desplaza transversal por sus recuerdos, lejos a una época en que aún vivía a fuerza de pulsión, de días plenos; y la música,  esa magia, le lleva en volandas y le salva. Palpita de vida y agradece este milagro que no quiere romper. No quiere llegar y abandonar este pentagrama, este ambulante oasis acolchado. 
El vehículo atraviesa suavemente la ciudad y en las calles la gente se precipita en los semáforos, pasos y prisas sin fin; hacia destinos en apariencia previsibles. 
El taxista permanece en silencio, aunque le saludó con un muy cordial - Buenas tardes!- cuando se subió al taxi, parece notar su arrobamiento musical, pero no dice nada.

-Ya estamos llegando a su dirección- dice al fin.

-Vaya. Se me ha hecho corto el trayecto. Buena música.

-¿Le gusta? La pongo baja para que no moleste al pasaje.

-Me ha encantado, en serio. Un placer este trayecto en taxi. Voy a tratar de encontrar el disco. 

Llegan y paga la carrera; cuando el hombre se gira para devolver el cambio y despedirse le dice con una sonrisa entre irónica y azorada...

-Me alegra que le guste. Yo soy el batería.

Comentarios

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario.

Entradas populares